17 de marzo de 2009

Aji

Dicen que Miguel de Cervantes, después del fracaso editorial de la Galatea, se retiró al monasterio de Cluny, en plena sierra de la Demanda para reflexionar sobre su futuro. Tres días y tres noches debió de estar en el convento paseando su sombra lánguida y triste alrededor de la fuente de mármol del jardín. En su breve estancia no comió ningún alimento, no bebió nada, no durmió y ni siquiera una tormenta de granizo pudo impedir que cesase de dar vueltas y más vueltas en un mutismo absoluto. Se cree que sólo rompió el silencio unos segundos para levantar la cabeza contra el cielo encapotado y gritar con todas sus fuerzas el nombre de Aji-Ubá, nombre extraño para los que desconocían el pasado del escritor pero muy familiar entre sus amigos más cercanos. Aji-Ubá, descendiente de una sanguinaria saga turca, había sido el cabecilla de las huestes infieles en la batalla de Lepanto en la que Cervantes había ganado un cargamento de honra pero había perdido un brazo.


Comienzo del cuento Aji-Ubá.
Obtuvo un accésit en el IV Concurso de Narrativa Gobierno de La Rioja.

4 de marzo de 2009

Porrón

La cultura del vino agoniza por culpa de un hartazgo de arquitectura cortesana que invita más al bostezo seudointelectual que al puro goce carnal. Adormece los sentidos tanto refinamiento de titanio imponiendo su mantelería de lujo a un paisaje austero argamasado desde tiempos remotos con materiales humildes. Tierra de chozos y de fogatas, aún prenden en el recuerdo las gavillas de sarmientos gozadoras de secretos epicúreos inconfesables. Quienes quieran saber algo más que sofismas de diseño deberían quitar los precintos a esos calados en cuyo interior se desatasca la lengua filosofal gracias al trasiego de caudalosos ríos de clarete. Si Gehry ha violentado, a fuerza de amorfas curvas, la sabiduría horizontal de las viñas, Armani ha prestado su elegancia postmoderna para adulterar la funcionalidad de la artesanía del vidrio. Las copas estilizadas como modelos desesperan a los narigudos y a los filólogos. En las refinadas escuelas de sumilleres, antes que florituras verbales, habría que recuperar la olvidada plástica del porrón. No en vano, sus formas seductoras adelantaron a la Coca Cola el eterno femenino que esconde todo recipiente de bebida alcohólica. Tras el pellejo hinchado de una bota palpita un turgente vientre de mujer. ¡Con qué lascivia lo agarran los santos bebedores! El borboteo del vino en el pretil de sus paladares repica tan melodioso como las fuentes de la Alhambra…

Fragmento de un artículo publicado en prensa.